La experiencia de Dios

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CATALINA DE SIENA (2): EMBRIAGADA EN LA LUZ DIVINA



Entre los principales seguidores de Catalina, se encontraban su confesor y biógrafo, posteriormente general de los dominicos, fray Raimundo de las Viñas, de Capua (fallecido en 1399) y Estefano de Corrado Maconi (fallecido en 1424), quien fue uno de sus secretarios, y se convirtió luego en Prior General de los Cartujos. El libro de Raimundo sobre la vida de Catalina, la "Leyenda", fue terminado en 1395. Una segunda versión de la vida de Catalina, el "Suplemento", fue escrito unos años después por otro de sus seguidores, fray Tomás Caffarini (muerto en 1434), quien posteriormente escribió también la "Leyenda Menor", libro que fue traducido al italiano por Estefano Maconi.

En 1939 Pío XII la declaró patrona principal de Italia, junto a San Francisco de Asís.Pío II la declaró santa en 1461. Inicialmente, se la conmemoraba el mismo día de su muerte, el 29 de abril. En 1628 Urbano VIII la movió al día siguiente, para no superponer la fiesta con la de san Pedro de Verona, hasta que en 1969 volvió a su fecha primitiva.


Santa Catalina dejó el "Diálogo de la Divina Providencia", llamado simplemente "Diálogo", escrito durante cinco días de éxtasis religioso, del nueve al catorce de octubre de 1378. Se trata de 26 oraciones y 381 cartas. El texto es considerado como un importante testimonio de la literatura toscana vernácula


 El texto que sigue contiene extractos de una elevación dicha por la santa en éxtasis (1379), transcrita por sus discípulos. Esta oración describe muy bien el inmenso gozo que se siente al arder en el fuego divino. Pocas personas como Catalina han descrito esa dicha con una palabras tan llenas de sentimiento, pasión y sinceridad, y quién las lea hace que se sienta una gran nostalgia de Dios y de gran deseo de estar en Él.

"¡Oh Deidad Eterna, oh alta y eterna Deidad! iOh sumo y eterno Padre, oh Fuego que siempre ardes! Tú , Padre Eterno, alta y eterna Trinidad, eres fuego inestimable de caridad. iOh Deidad, Deidad! ¿Qué revelan tu bondad y tu grandeza? El don que has dado al hombre. Y ¿qué don le has dado? Todo tú, Dios, Trinidad Eterna....

Tú, suma y eterna Pureza, te has unido con el barro de nuestra humanidad obligado por el fuego de tu caridad. Y con este fuego, tú mismo te has dado para nosotros en manjar. Y ¿qué manjar es éste? Manjar de los ángeles, suma y eterna Pureza, y por esto exiges y quieres tanta pureza en el alma que te recibe en este dulcísimo sacramento, que, si fuese posible que la naturaleza angélica se purificase (no tiene ciertamente esta necesidad), debería purificarse para acercarse a tan gran misterio. ¿Y cómo se purifica el alma? En el fuego de tu caridad y lavando su cara en la sangre de tu Hijo unigénito.
¡Oh miserable alma mía! ¿Cómo te acercas a tan gran misterio sin esta purificación? Avergüénzate, digna de habitar con las bestias y con los demonios, porque tus obras han sido siempre obras de bestias y has seguido la voluntad del demonio...

¿Qué haré, pues?... Me despojaré de mi fétido vestido y con la luz de la santísima fe me miraré en ti y me vestiré de tu eterna voluntad. Con esta luz conoceré que tú, Trinidad Eterna, nos eres mesa, comida y servidor. Tú, Padre Eterno, eres la mesa, que nos da la comida del Cordero de tu unigénito Hijo. Él es para nosotros manjar suavísimo, tanto por su doctrina, que nos nutre de su voluntad, como por el Sacramento que recibimos en la sagrada comunión, el cual nos alimenta y conforta mientras somos peregrinos y caminantes en esta vida. Y el Espíritu Santo es, con toda razón, el servidor, porque nos administra esta doctrina, iluminando con ella los ojos de nuestra inteligencia e inspirándonos que la sigamos. Nos muestra también la caridad del prójimo y el hambre del manjar de las almas y de la salud del mundo entero para honra de ti, Padre. De aquí vemos que las almas iluminadas en ti, Luz verdadera, no dejan pasar un momento sin que coman este suave manjar para honra tuya.

¡Oh Trinidad Eterna, mi dulce Amor! Tú, que eres Luz, danos luz. Tú, suma Fortaleza, fortalécenos. Que se disipe hoy, Dios Eterno, la nube que nos oscurece, para que perfectamente conozcamos y sigamos tu verdad con un corazón limpio y sencillo.
Dios, ven en nuestra ayuda.
Señor, apresúrate a socorrernos.
Amén "


El 3 de octubre de 1970 Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia, siendo la segunda mujer en obtener tal distinción (después de santa Teresa de Jesús (27 de septiembre de 1970) y antes de Santa Teresita del Niño Jesús). En 1999, bajo el pontificado de Juan Pablo II, se convirtió en una de las Santas Patronas de Europa.


El nombre de Catalina de Siena figura también en el Calendario de Santos Luterano.

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